Sin duda es el más conocido y presenta al santo como un hombre de oración y de trabajo.
Isidro, pocero de profesión, tuvo una especial y milagrosa relación con el agua.
Como era habitual en casa de María e Isidro, siempre había comida para los necesitados.
En cierta ocasión, tras haber sido llamado Isidro después de fallecer la hija de Iván de Vargas.
Milagro de los Bueyes
Sin duda es el más conocido y presenta al santo como un hombre de oración y de trabajo, recordándonos el ora et labora benedictino.
Isidro se levantaba temprano y nunca empezaba a trabajar sin previamente dedicar un tiempo a la oración y pasar por la Iglesia, para asistir a la Eucaristía, por eso varios compañeros, con envidia, le acusan ante el patrón Iván de Vargas, de ser negligente y descuidado en las tareas agrícolas, diciendo que siempre llegaba tarde a su trabajo. Tanta era la insistencia que el patrón quiso verificarlo, acercándose a las tierras de labor que le correspondían a Isidro y estando oculto, observó con sorpresa que los bueyes estaban arando guiados por unos jóvenes desconocidos que bien parecían ángeles. De tal modo cuando Isidro comenzaba el trabajo, no llevaba retraso frente al resto. El patrón supo interpretar lo que veía, como un milagro del cielo que premiaba la espiritualidad y santidad de Isidro. No es que Isidro no trabajara, que lo hacía duro y bien, sino que el Señor no dejaba de ayudarle y protegerle.
Tras presenciar el milagro nombró a Isidro administrador de su hacienda.
Milagro de los Pájaros
Durante toda su vida, Isidro tuvo un gran aprecio por los animales.
Un día de invierno y mientras, acompañado de un mozo, se dirigía al molino con un saco de grano, sintió compasión de los pájaros que estaban a punto de morir, pues en la nieve ya no encontraban alimento. Isidro limpió un pedazo de tierra, apartando la nieve, y vació allí la mitad del saco. El mozo se echó a reír y lo tomó por tonto. Pero al llegar al molino, resultó que su saco estaba tan lleno de grano como antes.
Milagro del Borrico y el Lobo
Un día Isidro dejó su borrico a la puerta de la iglesia y unas personas le interrumpieron en su oración, para avisarle de que un lobo se iba a comer a su borrico. El santo los tranquilizó diciéndoles que marcharan en paz y que se hiciera la voluntad de Dios. Al finalizar sus rezos y salir, encontraron al borrico ileso y al lobo a sus pies, muerto.Milagro de las Fuentes
Isidro, pocero de profesión, tuvo una especial y milagrosa relación con el agua, tanto en vida como después de muerto. En vida, abrió fuentes y pozos por donde quiera que golpeara con su cayado.
Pidiendo agua a Isidro, Juan de Vargas en los campos de Carabanchel, el santo encontró un manantial, que dio origen a la ermita del Santo.
Y también después de muerto, pues varias veces el pueblo de Madrid, consiguió salir de tremendas sequías, acudiendo a él en rogativa. Dicen que las aguas que hizo brotar tienen propiedades curativas. El manantial más famoso de todos, es el que se encuentra en Madrid, junto a la Ermita del Santo, al que los fieles siguen acudiendo con fe y devoción, para beber su milagrosa agua.
Milagro del Pozo
En este milagro, aparecen Isidro y María orando junto al brocal del pozo, al que se había caído su hijo. Es un milagro impresionante, documentado e inmortalizado por distintos pintores y que refleja cómo el Señor actuó, al recibir las súplicas de ese matrimonio destrozado ante la muerte de su hijo ahogado en el pozo y al que sólo le pedían fortaleza de ánimo para aceptar su voluntad, momento en el que Dios les recompensa, haciendo que las aguas subieran y sobre ellas, el niño flotando.
Con alta probabilidad el pozo en el que ocurrió este milagroso acontecimiento, que tiene 27 m. de profundidad y 3 de ellos de agua, es el que hoy se puede ver en el Museo – Casa de San Isidro y de Iván de Vargas, en la Plaza de San Andrés, donde falleció Isidro.
Milagro de la Olla
Como era habitual en casa de María e Isidro, siempre había comida para los necesitados que a ellos acudían. En una ocasión, un pobre se acercó a pedirles comida y sabiendo que ya nada podía ofrecerle, le dijo a su esposa María, que le diera a ese hombre lo que había sobrado en el puchero. Ella le indicó que no quedaba nada, pero aún así Isidro le rogó que fuera a la olla. Obedeciendo al esposo fue, a sabiendas de que la había dejado vacía, y sin embargo, encontró sorprendida, que la olla rebosaba comida. María reconoció en su marido, a un santo.
Milagro del Banquete
E
n cierta ocasión en que se celebraba un banquete en la cofradía a la que Isidro pertenecía, Isidro se retrasó bastante por estar haciendo oración en la iglesia. Mientras se dirigía apresurado al lugar, fue seguido por un grupo de mendigos. Tanta fue la tardanza que llegó cuando se había acabado. Le recibieron con disgusto diciéndole que sólo le podían dar el almuerzo a él, pues únicamente habían dejado su parte reservada, siendo imposible dar nada a quienes le acompañaban. Isidro contestó que su porción bastaría para él y para el resto. Comenzó el reparto, habiendo para todos y además sobrando.
Milagro de María Vargas
En cierta ocasión, tras haber sido llamado Isidro después de fallecer la hija de Iván de Vargas, su patrón, al igual que hizo Jesús con su amigo Lázaro, indicó que la niña no estaba muerta sino dormida y tras orar junto a su cama, y ante el asombro sobrecogedor de todos los presentes, María, que además era ahijada suya, volvió a la vida, entablando una conversación con su padrino.
Este hecho, junto al milagro del pozo, hizo revolucionar a la vecindad de aquel Madrid, que no dejaba de reconocer lo extraordinario y la santidad del matrimonio y familia que formaban sus paisanos María e Isidro.


